15 de junio de 2008

Cuentito diplomático

Según la fábula, un importante país necesita (vaya a saberse por qué oscura razón de Estado) que un campesino ruso se case con una hija de Rockefeller. El mediador designado viaja a Rusia, entrevista al campesino. “¿Usted se casaría con una americana?” “Jamás –responde el campesino–, no me gustan las gringas, flacas y huesudas. Yo quiero una mujer sana, con caderas amplias y pechos generosos, que tenga una buena dote.” “¿Y si la yanqui tuviera esas características físicas y fuera hija de Rockefeller?”, insiste el diplomático. “Entonces, podría pensarlo”, concede el campesino, incrédulo.

El mediador viaja a Europa, se reúne con el presidente de la Unión de bancos suizos. “Necesitamos que le den un puesto en el directorio a un campesino ruso”, espeta. “¿Usted me toma el pelo?”, le responden en suizo-alemán. “Le aclaro que el hombre será yerno de Rockefeller.” “En ese caso, podríamos concederle”, se aviene el banquero.
Rockefeller casi le arroja un teléfono cuando le pregunta si le pintaría que su hija contrajera nupcias con un campesino ruso. Pero cuando nuestro gestor le agrega “el prometido será un miembro del directorio de la Unión de bancos suizos” una sonrisa le llena el rostro.
El mediador aborda a la mujer, le ofrece como prometido a un directivo de la banca internacional. “Jamás me casaría con un hombre del mundo de mis padres. Quiero salir de la jaula dorada, quiero alguien distinto, que conozca otra vida.” “El hombre que la pretende –-agrega en triunfo el diplomático– es un campesino ruso.” “Ah, eso es otra cosa.”
Objetivo logrado por obra y arte de la construcción paso a paso.

Contada por Mario Wainfeld en Página/12, con el título de "La espiral que no cesa", hace un siglo.

6 comentarios:

Oscar dijo...

Hace un tiempo leí un libro de Herb Cohen que se llama "Todo es Negociable". Tiene cosas sumamente interesantes y que me dieron enorme resultado. En un momento cuenta que a la vuelta de un domingo de paseo familiar, la mujer rescata de la heladera lo que tiene para darles de cenar, y sus dos hijos se pelean a muerte por la única porción de pollo con papas. No aceptan otra cosa, los dos quieren sólo ESO. La mujer se enoja y los reta, pero él pone en práctica su profesión de negociador hasta que descubre que en realidad uno quiere las papas y el otro el pollo. Resultado: los dos pibes felices y más comida para él y la mujer, un exacto ejemplo del "win-win". Cuando se pone en juego la inteligencia en lugar de la obsesión por ganar, se obtienen resultados asombrosos.
Esto le serviría mucho a tanto bobo que hoy anda peleando por la soja...

Chúcaro dijo...

Parece que un cacho de eso vendría bien, no?
Peras al olmo...

Anónimo dijo...

Hola

nennella dijo...

Ay! me encantó! Ja!!
mmm dan ganas de ponerse a arreglar el mundo ;)

Chúcaro dijo...

O de casarte con un campesino ruso, Nenella?

nennella dijo...

jaaajaja! nuuu! ya tuve mi romance ruso! no era campesino, sino ornitólogo!! quite, quite! me quedo con mi porteño :)